Malditos Celos Parte 2

Dicen que la verdadera felicidad tarde o temprano siempre llega. Que el amor aparece justo en el momento en el que ya dábamos todo por perdido. Que la vida se encarga de reponernos uno a uno los dolores que nos causó; esos dolores que si bien nos ayudaron a crecer como personas y a hacernos más fuertes, nos costaron innumerables noches de desvelos y lágrimas. De miles de noches de sentir que la soledad nos acecha y que está a punto de encontrarnos para acompañarnos durante el resto de nuestra vida.

Que sin embargo, después de tanto dolor y sufrimiento reaparece esa esperanza que creíamos olvidada. Que la vida nos termina devolviendo aquellas ilusiones de las cuales una vez, ya nos había despojado. Esas ilusiones que nos vimos obligados a guardar por el tema de la nueva decepción todavía mas difícil que la anterior. Y luchamos contra ese mundo de contradicciones: prometiéndonos que nadie jamás nos hará sufrir de nuevo, que no volveremos a entregar ese universo de sueños que tantas veces destruyeron. Mientras, inevitablemente, se aferra el corazón a lo perdido, porque por otro lado el corazón reclama a gritos que se le devuelva esa confianza que hace tanto tiempo atrás vio disolverse en tan sólo un puñado de segundos. Pero de un momento a otro, en el más inesperado quizá, revive el amor, y con él, la esperanza, la magia y el encanto. Y anhelamos el sentimiento de entera plenitud que nos rodeaba al estar en ese universo perfecto; y sólo ahí entendemos que a pesar de todo, tanto dolor no fue suficiente. Que queremos y sobre todo, necesitamos amar y sentirnos amados.

Y después de todo, ahí estamos de nuevo, en el mismo lugar en donde alguna vez nos juramos no volver a estar: Confiando y creyendo que "esta vez puede ser diferente". Cuando muy en nuestro interior, el miedo que habita en la caverna más oscura de nuestro ser, se encargará de invernar y esperar, a que sigilosamente, vuelvas a creer para despertar y volver a atacar.

Malditos Celos

Voy a tratar de explicar(me) los celos. Me causa gracia como me suelo manejar en estos estados de angustia y dolor. Soy incluso capaz de lograr las peores frases, hechos y actos que jamás se me podrían ocurrir en un estado alterno. Es como si cualquier sentimiento de amor en mi interior, quedara nublado por una tormenta eléctrica y a partir de ahí, se engendrace una persona despectiva y totalmente ausente de cualquier sentimiento de benevolencia.

Así como a veces me impresiona las cosas que hago por amor, otras veces me impresiono a mi mismo las cosas que llego a hacer por celos: Desde decir frases irientes, totalmente carentes de cualquier otro sentido que no sea lastimar, como a hacer cosas que no quiero hacer simplemente porque no quiero sentir celos.

Un filósofo dijo una vez: Puede haber amor sin celos, pero no sin temores...

¿Hasta que punto mis celos son celos y no son temores? Se que llamar "celos" al miedo es algo normal. Lo se porque se que a la larga es el mierdo el que juega en el medio de mi pecho; miedo a perderte, miedo a que destroces mi confianza, miedo a que encuentres a alguien mejor, miedo a que alguien como alguna vez yo lo hice, vea tus ojos por primera vez.

Destrozado. Es algo que no quiero volver a sentir y eso es lo que mas celos me da. Me imagino las mil situaciones (que seguramente no van a pasar, pero mi mente no lo sabe) que van a suceder si yo no estoy ahí y eso me deja sin aire, se me nubla la vista y pierdo el sentido de la vida.

No quiero ser melodramático, siquiera conmigo mismo, pero en serio, odio tener celos incluso y quizá, cuando en el 90% de los casos sean celos pelotudos no quiero sentirlos y los odio. Los odio. Me odio. Por no poder confiar, por no poder respirar, por no dejar de pensar en todas aquellas cosas que no hace (Porque no lo hace, demás está decir) y sin embargo mi cabeza, como una máquina continua, expendedora de situaciones irrisorias (si bien muchas no escapan de la realidad, muchas otras si).
Y lo mas gracioso de todo ¿Qué es? Que termino no quieriendo hacer nada porque se que en cualquiera de las dos situaciones me voy a sentir mal.

Es oficial

El aroma de los árboles de Federico Lacroze desde Av. Cabildo hasta Luis Maria Campos me hacen acordar a vos. No me preguntes porqué, simplemente me viene tu imagen a la mente, a tus brazos. Y es loco porque después no te puedo sacar de mi mente. No se que es lo que me recuerda, si un momento en particular, o todos, o ninguno; si alguna vez pasamos por ahí y estaba feliz y me recuerda eso: Mi fugaz y pasajera felicidad.
Ah, y los de Av. Belgrano a la altura de Puerto Madero, también. Me acordé el otro día, pero me olvidé escribirlo.
Es extraño como funciona mi mente.
Es gracioso como mi cerebro se olvida de ciertas cosas, de como sin a veces premeditarlo, recuerdos se asoman por la puerta trasera sin oportunidad de defenderse. Por momentos me olvido de muchas; puedo olvidarme de números de teléfonos, de hacer cosas pendientes o de la letra de una canción que quería escuchar, y sin embargo, no olvido recordarte.

Ejercicio de Confianza

Jamás, es decir NUNCA en la vida, hubiera realizado tal ejercicio para mi confianza, mi seguridad e inhibición, como lo hecho hoy a la tarde.
¿Ves cuando digo todo lo que lográs mucho en mí? ¿Cuando digo que me podés, que no te puedo decir que no?
Se que puede sonar(me) un poco mentiroso de mi parte si te digo que te tengo plena confianza, pero el hecho de bendarme los ojos y dejar que toda mi vida dependa de vos, es querer lograrlo, alcanzarlo. Incluso se podría decir que lo necesito, que quiero conseguir (y lucho por encontrar, de tanto anhelo que siento) ese sentimiento de extrema confianza ciega y poder depositar mi vida, la llave de mi mundo extraterrestre, en tus manos, en tu corazón.
Sabés que no es tu culpa, que por mas que vos lo sigas intentando, una gran parte de mi, vive con esa duda, esa semilla engendrada de mucho tiempo atrás de inseguridad que no me deja dormir. Me encanta que no bajes los brazos y me devuelvas esa alegría que le faltaba a mi vida. Sabes que quiero confiar en vos.
Al principio me costó dejarme llevar, apagar los sentidos, relajarme, liberarme y depender de tu voz para seguir adelante.
Dijiste 4 cuadras, pero fueron menos. Me parecieron mil. Me (auto)sorprende como en momento, mis oidos sólo escuchaban tu voz, solo sentían tu prescencia y mi mundo quedaba resumido a tu felicidad (Porque te morias de risa de verme sufrir!). Que distintos se sienten tus besos, tu perfume parece que vive solo por el aire. El tacto de tu suavidad que me guia. Los ruidos de tu rostro denotando una felicidad absoluta. No lo veo, claro, pero me imagino tus ojos mirandome. Mis pies que se adecuan a tu ritmo, a tu andar.
Es el primer paso hacia el confin del universo denominado confianza. Quizá vos, no lo viste así y yo en su momento tampoco, pero es a lo que quiero llegar.
Y perdón que ponga este final, pero sabes que es inevitable en mi pensar negativamente: Espero no equivocarme.

Publicación #99

Como téngo reservada desde hace unos meses la entrada número cién, voy a aprovechar para hacer un recuento en la entrada noventa y nueve. Es increíble, como comenzó todo esto y en lo que se convirtió; como una cantidad de gente de la que yo jamás hubiera imaginado, fue participe de mi historia, de mis realidades y de mis verdades. Como otros, que todavía no sabe de la existencia de esto y que sin embargo en algún momento, tarde o temprano sabrán y quizá entiendan algún que otro accionar mio. La cantidad de gente que, sin saberlo, fue participe de alguna u otra linea durante estos lindos, tenebrosos y tormentosos años quizá jamás se entere de que me han marcado, para bien o para mal algún momento de mi vida.
Me cuesta aceptar que esto incluso, me sirvió para conocerme a mi mismo, un poco más; a saber como hice concretos varios de mis sentimientos más profundos que jamás intenté conocer pero que siempre, vivieron ahí, en mi interior. De como soy negativo por naturaleza, de como veo lo malo incluso, en lo bueno; de como siempre estoy atento a miles de cosas cuando la realidad es que lo único que intento hacer es disfrutar. De que pocas veces he podido llorar. De que muchas otras veces he sentido una falta de amor y de soledad. Que siempre estoy rememorando el pasado, que no lo dejo morir y lo tengo siempre presente. De que soy un loco sin remedio. Que estoy seguro que jamás nadie me entenderá, y lo que es peor aún, es que sea mi culpa. Que tengo miedo a la muerte y que me maldigo por todas esas oportunidades desperdiciadas en la vida porque no tuve las pelotas de afrontarlas, por miedo, por incertidumbre, por intriga.
Intriga. Cuanta intriga que siento al pensar, imaginar, qué dirian algunas personas acerca de mis sentimientos y de mis pesares. De todas estas cosas que he tratado de describir con palabras, incluso cuando estas quedan cortas para expresar lo que siento, el odio, el amor, la desesperanza, el anhelo eterno, la búsqueda constante de algo que no se qué es.
La libertad que siento al saber que existe este... lugar, lejos de todo donde puedo ser yo, a veces me reconforta; otras veces me inhibe (fiel a mi estilo) sabiendo que en algún momento quizá esto se haga a la luz, para bien o para mal.
¿Lo importante? Que me sirve para cuando necesito entenderme, conocerme y a fin de cuentas, aceptarme. Que poco que nos conocemos a nosotros mismos; que poco que a veces aceptamos e incluso entendemos muchas de nuestras acciones y reacciones.
Triste, ¿no?

Hay que ser realmente idiota para...

Hace años que me doy cuenta y no me importa, pero nunca se me ocurrió escribirlo porque la idiotez me parece un tema muy desagradable, especialmente si es el idiota quien lo expone.

Puede que la palabra idiota sea demasiado rotunda, pero prefiero ponerla de entrada y calentita sobre el plato aunque los amigos la crean exagerada, en vez de emplear cualquier otra como tonto, lelo o retardado y que después los mismos amigos opinen que uno se ha quedado corto. En realidad no pasa nada grave pero ser idiota lo pone a uno completamente aparte, y aunque tiene sus cosas buenas es evidente que de a ratos hay como una nostalgia, un deseo de cruzar a la vereda de enfrente donde amigos y parientes están reunidos en una misma inteligencia y comprensión, y frotarse un poco contra ellos para sentir que no hay diferencia apreciable y que todo va benissimo. Lo triste es que todo va malissimo cuando uno es idiota, por ejemplo en el teatro, yo voy al teatro con mi mujer y algún amigo, hay un espectáculo de mimos checos o de bailarines tailandeses y es seguro que apenas empiece la función voy a encontrar que todo es una maravilla. Me divierto o me conmuevo enormemente, los diálogos o los gestos o las danzas me llegan como visiones sobrenaturales, aplaudo hasta romperme las manos y a veces me lloran los ojos o me río hasta el borde del pis, y en todo caso me alegro de vivir y de haber tenido la suerte de ir esa noche al teatro o al cine o a una exposición de cuadros, a cualquier sitio donde gentes extraordinarias están haciendo o mostrando cosas que jamás se habían imaginado antes, inventando un lugar de revelación y de encuentro, algo que lava de los momentos en que no ocurre nada más que lo que ocurre todo el tiempo.

Y así estoy deslumbrado y tan contento que cuando llega el intervalo me levanto entusiasmado y sigo aplaudiendo a los actores, y le digo a mi mujer que los mimos checos son una maravilla y que la escena en que el pescador echa el anzuelo y se ve avanzar un pez fosforecente a media altura es absolutamente inaudita. Mi mujer también se ha divertido y ha aplaudido, pero de pronto me doy cuenta (ese instante tiene algo de herida, de agujero ronco y húmedo) que su diversión y sus aplausos no han sido como los míos, y además casi siempre hay con nosotros algún amigo que también se ha divertido y ha aplaudido pero nunca como yo, y también me doy cuenta de que está diciendo con suma sensatez e inteligencia que el espectáculo es bonito y que los actores no son malos, pero que desde luego no hay gran originalidad en las ideas, sin contar que los colores de los trajes son mediocres y la puesta en escena bastante adocenada y cosas y cosas. Cuando mi mujer o mi amigo dicen eso --lo dicen amablemente, sin ninguna agresividad-- yo comprendo que soy idiota, pero lo malo es que uno se ha olvidado cada vez que lo maravilla algo que pasa, de modo que la caída repentina en la idiotez le llega como al corcho que se ha pasado años en el sótano acompañando al vino de la botella y de golpe plop y un tirón y no es mas que corcho. Me gustaría defender a los mimos checos o a los bailarines tailandeses, porque me han parecido admirables y he sido tan feliz con ellos que las palabras inteligentes y sensatas de mis amigos o de mi mujer me duelen como por debajo de las uñas, y eso que comprendo perfectamente cuánta razón tienen y cómo el espectáculo no ha de ser tan bueno como a mí me parecía (pero en realidad a mí no me parecía que fuese bueno ni malo ni nada, sencillamente estaba transportado por lo que ocurría como idiota que soy, y me bastaba para salirme y andar por ahí donde me gusta andar cada vez que puedo, y puedo tan poco). Y jamás se me ocurriría discutir con mi mujer o con mis amigos porque sé que tienen razón y que en realidad han hecho muy bien en no dejarse ganar por el entusiasmo, puesto que los placeres de la inteligencia y la sensibilidad deben nacer de un juicio ponderado y sobre todo de una actitud comparativa, basarse como dijo Epicteto en lo que ya se conoce para juzgar lo que se acaba de conocer, pues eso y no otra cosa es la cultura y la sofrosine. De ninguna manera pretendo discutir con ellos y a lo sumo me limito a alejarme unos metros para no escuchar el resto de las comparaciones y los juicios, mientras trato de retener todavía las últimas imágenes del pez fosforescente que flotaba en mitad del escenario, aunque ahora mi recuerdo se ve inevitablemente modificado por las críticas inteligentísimas que acabo de escuchar y no me queda más remedio que admitir la mediocridad de lo que he visto y que sólo me ha entusiasmado porque acepto cualquier cosa que tenga colores y formas un poco diferentes. Recaigo en la conciencia de que soy idiota, de que cualquier cosa basta para alegrarme de la cuadriculada vida, y entonces el recuerdo de lo que he amado y gozado esa noche se enturbia y se vuelve cómplice, la obra de otros idiotas que han estado pescando o bailando mal, con trajes y coreografías mediocres, y casi es un consuelo pero un consuelo siniestro el que seamos tantos los idiotas que esa noche se han dado cita en esa sala para bailar y pescar y aplaudir. Lo peor es que a los dos días abro el diario y leo la crítica del espectáculo, y la crítica coincide casi siempre y hasta con las mismas palabras con o que tan sensata e inteligentemente han visto y dicho mi mujer o mis amigos. Ahora estoy seguro de que no ser idiota es una de las cosas más importantes para la vida de un hombre, hasta que poco a poco me vaya olvidando, porque lo peor es que al final me olvido, por ejemplo acabo de ver un pato que nadaba en uno de los lagos del Bois de Boulogne, y era de una hermosura tan maravillosa que no pude menos que ponerme en cuclillas junto al lago y quedarme no sé cuánto tiempo mirando su hermosura, la alegría petulante de sus ojos, esa doble línea delicada que corta su pecho en el agua del lago y que se va abriendo hasta perderse en la distancia. Mi entusiasmo no nace solamente del pato, es algo que el pato cuaja de golpe, porque a veces puede ser una hoja seca que se balancea en el borde de un banco, o una grúa anaranjada, enormísima y delicada contra el cielo azul de la tarde, o el olor de un vagón de tren cuando uno entra y se tiene un billete para un viaje de tantas horas y todo va a ir sucediendo prodigiosamente, el sándwich de jamón, los botones para encender o apagar la luz (una blanca y otra violeta), la ventilación regulable, todo eso me parece tan hermoso y casi tan imposible que tenerlo ahí a mi alcance me llena de una especie de sauce interior, de una verde lluvia de delicia que no debería terminar más. Pero muchos me han dicho que mi entusiasmo es una prueba de inmadurez (quieren decir que soy idiota, pero eligen las palabras) y que no es posible entusiasmarse así por una tela de araña que brilla al sol, puesto que si uno incurre en semejantes excesos por una tela de araña llena de rocío, ¿qué va a dejar para la noche en que den King Lear? A mí eso me sorprende un poco, porque en realidad el entusiasmo no es una cosa que se gaste cuando uno es realmente idiota, se gasta cuando uno es inteligente y tiene sentido de los valores y de la historicidad de las cosas, y por eso aunque yo corra de un lado a otro del Bois de Boulogne para ver mejor el pato, eso no me impedirá esa misma noche dar enormes saltos de entusiasmo si me gusta como canta Fischer Dieskau. Ahora que lo pienso la idiotez debe ser eso: poder entusiasmarse todo el tiempo por cualquier cosa que a uno le guste, sin que un dibujito en una pared tenga que verse menoscabado por el recuerdo de los frescos de Giotto en Padua. La idiotez debe ser una especie de presencia y recomienzo constante: ahora me gusta esta piedrita amarilla, ahora me gusta "L'année dernière à Marienbad", ahora me gustas tú, ratita, ahora me gusta esa increíble locomotora bufando en la Gare de Lyon, ahora me gusta ese cartel arrancado y sucio. Ahora me gusta, me gusta tanto, ahora soy yo, reincidentemente yo, el idiota perfecto en su idiotez que no sabe que es idiota y goza perdido en su goce, hasta que la primera frase inteligente lo devuelva a la conciencia de su idiotez y lo haga buscar presuroso un cigarrillo con manos torpes, mirando al suelo, comprendiendo y a veces aceptando porque también un idiota tiene que vivir, claro que hasta otro pato u otro cartel, y así siempre.
Julio Cortazar

Charla entre la Razón y el Corazón

¿Y si en realidad el tiempo no lo pudiese todo, si no fuese tan cierto que las cosas con el pasar de los días se van olvidando, o las heridas no se van cerrando, cuantas cosas cambiarían?

Porque es muy fácil pensar que con sólo dejar pasar los días, meses o años las cosas se solucionan, y lo peor es que uno se auto convence, y se cree un superado, alguien que tuvo la suerte de superar un dolor y sobreponerse, y se vuelve a sentir fuerte... Sin embargo, un buen día, quizá el menos pensado, todo el castillo que creías tan sólido comienza a temblar, porque te encuentras de nuevo cara a cara con el dolor, con ese sentimiento tan helado y tan dormido del que ya casi ni te acordabas, y que, muy a pesar de todo, sigue ahí, y comienza a despertarse con todas las fuerzas acumuladas por el tiempo en que estuvo inactivo y quiere salir, quiere gritar que está vivo y que va a dar pelea, por que la RAZÓN piensa: "¡Otra vez no! ¿o acaso no te acuerdas el tiempo que te costo volver a ponerte en pie?, ¿o no te acuerdas de esas noche sin dormir, de esos desvelos y angustias, de tus días vacíos, de tus noches sin estrellas?. ¿Quieres realmente volver a vivir todo eso, o ahora que ya estas de pie no seria mejor que anduvieras por otros caminos? Porque, sinceramente, amores no te faltan, tienes la capacidad de enamorar a quien quieras, y te vas a hacer problema por un hombre/una mujer que, en realidad, no sabes si te quiere, no sabes si te engaña?... ¡Piensa! ¡no te equivoques! Una vez creíste tocar el cielo con las manos y en un instante descendiste al más profundo de los infiernos, ¿crees que vale la pena?. Haz lo que te digo, no existen los amores eternos, y seguramente, todo eso lo único que te va a hacer es ilusionarte y volverte a lastimar." Y se hace un silencio eterno...

El CORAZÓN, aturdido por las palabras de la RAZÓN, se queda sin aliento, pero después de un rato de pensar, donde la RAZÓN ya creía tener ganada la partida, el CORAZÓN replica: "No sé si tus palabras son del todo ciertas, pero sí sé que no son tampoco del todo equivocadas: no es lo mismo pensar que sentir, no es lo mismo razonar que hacer las cosas impulsivamente, porque los que piensan son aquellos que nunca se arriesgan, y POBRE DE AQUEL QUE NO ESTÉ DISPUESTO UNA VEZ EN SU VIDA A PERDERLO TODO POR LA PERSONA QUE AMA, POBRE DE AQUEL QUE NO ESTÁ DISPUESTO A OLVIDAR, PORQUE NUNCA SERÁ PERDONADO, pobre de aquel que es tan ciego y vacío, que no es capaz de dejar de lado todas las trivialidades de la vida por amor... POBRE DE QUIEN TENIENDO EN FRENTE EL AMOR DE SU VIDA NO ES CAPAZ DE QUITARSE LA CARETA Y SENTIR...

Porque el amor no sólo es alegría, no solo es paz y ternura, el amor es también dolor y lagrimas, es angustia y desvelo, es muchas cosas, pero bueno...la verdad es que no sé qué pesa más, si la RAZÓN o el CORAZÓN. Lo que si sé es que si uno no siente se transforma simplemente en una roca, una cosa que no es capaz de demostrar cariño y confianza, un cuerpo sin alma. Por eso creo que uno debe jugarse por lo que siente... le puede salir bien o mal, puede equivocarse o vivir el resto de su vida con la persona que ama... lo que sí es cierto es que jamás perdonaría a alguien que por rencor o desconsuelo no sea capaz de tomar a la persona que ama, y gritarle a todo el mundo que por ella daría la vida... Y, por ultimo, otra cosa que tengo bien clara, es que el que se enamora soy yo, y el amor se siente con el CORAZÓN, no con la CABEZA".

Se hizo el silencio... y, sin mediar palabra, el CORAZÓN, decidió tomar el camino correcto... y fue tras el Amor...

Angustia

Hoy estoy angustiado. Y no hay mejor manera de describir dicha angustia que con un texto.

"Me estoy atando los zapatos, contento, silbando, y de pronto la infelicidad. Pero esta vez te pesqué, angustia, te sentí previa a cualquier organización mental, al primer juicio de negación. Como un color gris que fuera un dolor y fuera el estómago. Y casi a la par (pero después, esta vez no me engañás) se abrió paso el repertorio inteligible, con una primera idea explicatoria: "Y ahora vivir otro día, etc." De donde se sigue: "Estoy angustiado porque...etc".
Las ideas a vela, impulsadas por el viento primordial que sopla desde abajo (pero abajo es sólo una localización física). Basta un cambio de brisa (¿pero qué es lo que la cambia de cuadrante?) y al segundo están aquí las barquitas felices, con sus velas de colores. "Después de todo, no hay razón para quejarse, che", ese estilo.
Me desperté y vi la luz del amanecer en las mirillas de la persiana. Salí de tan adentro de la noche que tuve como un vómito de mí mismo, el espanto de asomar a un nuevo día con su misma presentación, su indiferencia mecánica de cada vez: conciencia, sensación de luz, abrir los ojos, persiana, el alba.
En ese segundo, con la omnisciencia del semisueño, medí el horror de lo que tanto maravilla y encanta a las religiones: la perfección eterna del cosmos, la revolución inacabable del globo sobre su eje. Náusea, sensación insoportable de coacción. Estoy obligado a tolerar que el sol salga todos los días. Es monstruoso. Es inhumano.

Antes de volverme a dormirme, imaginé (vi) un universo plástico, cambiante, lleno de maravilloso azar, un cielo elástico, un sol que de pronto falta o se queda fijo o cambia de forma.

Ansié la dispersión de las duras constelaciones, esa sucia propaganda luminosa del Trust Divino Relojero."
Julio Cortazar, Rayuela

La tristeza y la furia

En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar...
En un reino magico, donde las cosas abstractas se vuelven contcretas existia un estanque maravilloso...
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades de verde se reflejban permanentemente...Hasta ese estanque magico y trasparente se asercaron a bañarse, la tristeza y la furia. Ambas se quitaron las vestimentas y desnudas, entraron al estanque. La furia, apurada(como siempre), urgida - sin saber por que - se baño rapidamente y, mas rapido aun, salio del agua...
Pero la furia es ciega, o no distingue claramente la realidad, asi que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontro...
Y sucedio que esa ropa no era la suya, sino de la tristeza. Y asi vestida de tristeza, la fuiria se fue... Muy calma, dispuesta, como siempre, a quedarse en el lugar donde esta, la tristeza termino su baño y, sin ningun apuro, salio del estanque...
En la orrilla noto que su ropa ya no estaba. Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, asi que se puso la unica ropa que habia junto al estanque, la ropa de la furia...
Desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia, es solo un disfraz y detras...esta escondida la tristeza.
Aunque parezca mentira, ya es Noviembre. Qué rápido pasa el tiempo...