Nadie en el mundo sabe donde estoy

En mi casa hay 4 espejos. En el baño, uno largo en el cuarto que pertenecía a mi abuelo, en el ascensor y uno en el lobby del edificio, contrario a la puerta de entrada/salida. Los miro a los 4. Me miro en los 4, y en ninguno me gusta lo que veo: una persona obsesiva, inerte, incapaz de expresar y carente de toda emoción, desconfiable y desconfiador. Siempre vi la misma imagen, pero solo ahora estoy mirando a través de mís ojos para ver que veo; y, a veces, cuando tengo suerte veo cosas desagradables; y, cuando no, veo una nada tan grande como el infinito. Y eso me asusta. Mucho. Últimamente me estoy preguntando cuanto de nosotros queda cuando pasamos a mejor vida (linda e irónica manera de nombrar a la muerte). A veces (pocas) me reconforta saber que algo de nosotros vivirá en/con el recuerdo de otras personas, pero ese felicidad pasajera se desvanece como la acción de un placebo cuando intento imaginar que recuerdos se llevarán los otros de nosotros, antes, ahora y después. Juan Pablo Castell suele decir en sus primeras páginas de su divina confesión que uno tiende a recordar el pasado de una buena manera, simplemente para alejarse del tormento del presente aunque el mismo es tan aterrador como el pasado. Pero la verdad es que son pocos los momentos en donde puedo recordar haber hecho algo memorable en alguien. Siempre que intento hacer el bien termino haciendo el mal. Como es que engendro tanto odio me auto asombra. Pensar que puedo generar el efecto contrario al deseado es algo que aún no puedo entender. Hoy leí que inventaron una máquina que cuenta los suspiros. ¿Para que poronga voy a querer que un dispositivo me diga cuantas veces sentía que se me desgarraba el corazón?
Ojo, con esto no estoy buscando redención (de hecho me leen menos personas que un diario meado) sino que simplemente quiero releer esto en algún momento y darme cuenta de que hay algo que tiene que cambiar. Hay un ser adentro mío que tiene que nacer o morir el que me habita y no me deja salir de esta mediocridad que me atormenta ¿Digo atormenta? Atemoriza quise escribir. Quizá ya es tarde y no solo controla mis pensamientos y emociones sino que ya se ha apoderado de la parte física que me queda.
¿Qué nos queda cuando cerramos los ojos a la noche? ¿Qué recuerdos habitan en mi subconsciente para tener los sueños que tengo? ¿Quién puede decir que su existencia ha sido determinada por alguna de mis acciones (en lo posible positivas)? Es probable que este siendo generoso conmigo por intentar autosatisfacer esa necesidad de cariño por mi parte, pero la verdad es que sentirse así de nuevo me rompe soberanamente las re pelotas y mis sentimientos a flor de piel son peor que un mono con una metralleta automática bajo los efectos de estupefacientes vencidos ¿He perdido el camino de la vida? Siempre me la imaginé como el juego de la vida y por eso ahora pago las consecuencias de creer que uno es feliz sólo si llega al fin del juego siendo millonario. Es impresionante el bombardeo que sufrimos de chicos sobre la necesidad y la felicidad que le trae al hombre el amor y la familia. De hecho tengo un recuerdo muy divertido sobre comprendí lo que era la familia gracias a las monjas de mi colegio católico, que dejaré para otro momento. Maldita conservación de la especie. Maldita búsqueda de una felicidad que jamás podrá ser satisfacida por esta maquina consumista que intenta demostrar, lavando cerebros que para ser feliz hay que trabajar y tener lo último de lo último cueste lo que cueste, amen. (Y lo dio yo escribiendo desde un iPod ultimo modelo, JA!).
Pensar que uno se enamora de alguien para después darse cuenta de que en realidad esa persona no le gusta como es, pero si cambia algunas cosas seria la persona ideal. Pensar que nunca estamos satisfechos tampoco con la constante búsqueda de perfección en el otro. ¿Hasta que punto el conchudo príncipe azul no es una persona llena de defectos y problemas?
Teresa no quiere culparse a si misma, no pretende afirmar que pudieran quererse MAS. Pero le da la impresión de que la pareja humana está hecha de tal manera que su amor es a priori de peor clase de la que puede ser (al menos en su caso, que es el mejor) el amor entre una persona y un perro. Es un amor desinteresado: Teresa no quiere nada del fucking perro. Ni siquiera le pide amor. Jamás se ha planteado los interrogantes que torturan a las parejas humanas. ¿Ha amado a alguien mas que a mi? ¿Me ama? ¿Mas de lo que yo a él? Todas esas preguntas lo miden, lo analizan, lo investigan y también lo destruyen antes de que pueda germinar. Capaz que no seamos capaces de amar porque deseamos ser amados, porque queremos algo del otro (Amor), en lugar de aproximarnos a él sin exigencias y querer sólo su mera presencia. Y además Teresa acepta al perro como es, no pretende transformarlo, esta de acuerdo con su mundo ni tenia celos de sus aventuras y además nadie la fuerza al amor del perro.
Pensar que empece hablando de 4 espejos de mierda y termine citando la insoportable levedad del ser. Como termine hablando de eso, no lo se. Como me acuerdo semejante parte del texto, tampoco. Volviendo a los espejos, cuando no me miro en uno de los 4 lo hago como en acto de repudio, como para demostrarle a mi ser que hay algo que no me gusta y lo quiero castigar (Premio y castigo, always). Por eso es que hoy, hace unas horas que he decidido que quiero mirar y encontrar otra cosa en el espejo, que no quiero estar pensando en que estarán pensando los demás, que recordarán que olvidarán y cuantas veces escupirán sobre mi frío ataúd. Alguien podría comentar sobre este texto y aún así no solventará la desazón que siento. Podría mandarle un mail a todos mis contactos con esta guaraña de pensamientos y muchos se preocuparán, pero, ¿Qué mierda gano yo con eso, sentirme querido, necesitado? ¿Cuántas veces dejamos colgada a una persona para hacer algo que creemos más importante total la otra persona "seguro no se va a enojar si la veo mañana"; lo mismo pensaba mi vieja y mi abuela se murió (Si, estoy en 100% violencia rivas) mientras mi vieja se bañaba tranquila en mi casa (y yo estaba arriba de un avión) y ahora vive con el remordimiento de no saber qué le quería decir unos minutos antes de ese extraño acontecimiento (porque enfrentemoslo, es tan extraño como lo es un nacimiento).

Y lo peor de todo es que ahora cuando llegue tendré que enfrentarme a los espejos.

Se terminó el viaje en colectivo. Solo me resta decir una cosa:


La re puta que lo parió.

tincho.- on iPod

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